Llega el otoño y con él llegan sus preciosos paisajes, los árboles se desprenden de sus hojas y se va formando por calles y parques esos preciosos mantos verdes crujientes que pisotear.
Llega el otoño y llegan esos preciosos atardeceres, donde la luz del sol ilumina el cielo de forma que y las nueves se vuelven rojas como la sangre.
Llega el otoño y de nuevo llegan etapas de reflexión, reflexiones cubiertas por un triste velo de color más sombrío, porque los días se acortan, los días se hielan, en el cielo llegan las primeras tormentas, en el ambiente las primeras heladas. Las personas, nos refugiamos antes en casa, le decimos adiós al verano.
Y entre reflexión y reflexión ya empezamos a encender la chimenea, un chocolate caliente y buena compañía. Sin duda el otoño es eso, estar con la gente de siempre, porque los trenes ya partieron, los barcos ya zarparon, y los aviones ya despegaron.
Llega el otoño y nuevos proyectos se ciernen sobre el horizonte, proyectos emprendidos con ilusión, con garra, con fuerza.
Llega el otoño y la vida toma otro color. No dejes que la fugaz claridad de luz entre alba y crepúsculo te desaliente ni por un segundo. Mira sus preciosos paisajes, sus preciosos atardeceres, medita, estate en buena compañía, inicia un proyecto, camina hacia delante, pero sobre todo no te detengas ni por un segundo. ¡Ánimo!
Quiero dedicar esta entrada a todas esas personas que siempre me animaron a escribir, pero sobre todo a mi pareja, que sin su ayuda este blog jamás habría existido ni persistido.
Gracias Moi, ¡Te amo!
